Cuando oímos hablar de presos lo asociamos inmediatamente con personas que están en la cárcel, detrás de unas rejas, privadas de libertad. Es muy lógico, siempre asociamos el concepto de preso con el de una persona que ha cometido un delito y está pagando por ello.
Sin embargo nosotros creemos que dicha acepción deja muchos cabos sueltos, pues en la realidad, al menos en la de nuestro país, hay muchos más presos que las personas que están en una cárcel Nos atrevemos a decir que todos, de una manera u otra, somos presos.
No se alarmen, es triste lo dicho, pero es la verdad. Bien es cierto que unos viven mejor que otros, pero todos están atados, de una manera u otra.
Los presos que no están en la cárcel podemos dividirlos en dos grandes grupos, los políticos y los ciudadanos de a pie. La diferencia entre los dos, es que los primeros se lo buscan, y los segundos tienen que aguantarlo. Lógicamente tanto en uno como en otro hay excepciones, pero ya saben que “la excepción confirma la regla”.
Una gran mayoría de nuestros políticos están presos, pero de sí mismos. Solo tenemos que analizar sus actuaciones para llegar a la conclusión de que tenemos razón en lo dicho. ¿Qué es lo que quieren todos? Sencillamente el poder por el poder, a costa de lo quesea.
Efectivamente nos inundan un día sí y otro también con palabrería barata, con la que tratan de justificar o vendernos lo que van a hacer, para nuestro bien, no lo duden, teniendo en cuenta de que pueden cambiar de opinión en cualquier momento, es su derecho.
La cuestión radica, aún reconociendo que somos mal pensados, en que olemos que detrás de tantas palabras se esconde el verdadero objetivo, que no es otro que es logar el poder.
Ha habido elecciones en dos comunidades, ¿qué se sabe de sus próximos gobiernos? Nada. ¿De qué estamos seguros? De que se están dando “puñaladas traperas” para conseguirlos.
Lo expuesto es la razón para considerar como presos a nuestros políticos. Lo son de sus ambiciones personales que, por mucho que puedan negarlo, anteponen a todo.
Esto provoca que sinceramente nos den pena. Son presos de sí mismos, se venden por figurar, aun sabiendo que tarde o temprano se les va a echar en cara, y es posible que paguen por ello, pero les da igual.
Hablábamos de un segundo grupo, los ciudadanos de a pie. Estos son presos, pero no de sí mismos, sino de los anteriores. ¿Qué pintan en nuestra nación? Realmente nada. Cada determinado tiempo se les llama a votar y a vivir. El resultado de las votaciones es lo de menos, lo que verdaderamente importa es que los políticos puedan satisfacer al máximo sus ambiciones personales, como está demostrado.
Como decíamos al principio, España es una nación de presos, unos por activa que se lo buscan ellos mismos, y otros por pasiva que, por lo de ahora, están aguantando, pero ¿por cuánto tiempo?
El panorama, no podemos engañarnos, no es nada alentador. Los responsables todos sabemos quiénes son, aquellos que se nos presentan como víctimas, de las circunstancias, en vez de reconocer el “mea culpa” No son capaces de renunciar a sus ambiciones, aunque ellas son sus cárceles.
Como la gran mayoría de los ciudadanos que, si son presos de los políticos, están cada vez más hartos de la situación, todo puede ocurrir. ¿Quiénes serán los responsables?
Pobre España, quien te ha visto y quién te ve.
