Sabemos que un exprimidor es “un instrumento para estrujar la materia cuyo zumo se quiere extraer” Está claro que estrujar implica apretar algo fuertemente, con lo que se deforma, se lastima y maltrata. Lógicamente, lo que pueda tener dentro de sí lo pierde.
Casi inconscientemente cuando hablamos de estrujar nos referimos generalmente a las cosas, y sin embrago también se puede aplicar a las personas, porque efectivamente también nos pueden estrujar a nosotros.
Es más, creemos que no nos aplicamos dicha palabra porque nos parece peyorativa y no nos vamos a auto ofender.
Si analizamos lo que pasa actualmente en nuestro país, debemos reconocer que en el mismo se nos estruja a los ciudadanos. Evidentemente nadie admitirá que lo hace, pero sin lugar a dudas sobra gente que se dedica a ello, que parece que es su profesión y encima se recochinean pregonando que todo lo que hacen es por nuestro bien, aunque no se lo crean ni ellos.
Naturalmente cuando tienen algún fallo y les “salta la liebre”, todo tratan de solucionarlo con el manido “y tú más”, y cuando menos adoptando una actitud de sorpresa, como si “en la vida hubiesen roto un plato”. Ello nos extraña, es curioso que una persona que llega a puestos altos, no se entere de lo que pasa a su lado, como creemos es su obligación. Siempre mantuvimos que cuanto más alto llega una persona, más responsable es no solo de lo que hace, sino también de lo que no hace.
Ello nos lleva a pensar que, por desgracia, en este país mucha gente que lucha por llegar a puestos de altura, y cuando lo alcanza lo único que le preocupa es mantenerlo, haciendo “oídos sordos” de todo lo que acontece a su alrededor mientras a ellos no pueda perjudicarlos.
¿Quién sale perjudicado de todo esto? Naturalmente el ciudadano de a pie, pues es el que “paga el pato”.
Obviando los continuos escándalos a los que asistimos, menos mal que no nos dicen que el objetivo de los mismos es entretenernos, es indudable que vivimos estrujados, sí, así como suena, por una minoría que cada día nos exprime más en todos los sentidos, mientras que ellos no se privan de nada.
Un número considerable de políticos nos aturden pavoneándose de lo mucho que les preocupamos, de que nuestro bienestar es su objetivo. Nosotros tenemos nuestras razones, muy serias, para dudarlo.
Con frecuencia nos da la impresión de que estamos bajo el dominio de más de un o una Drácula que quiere chuparnos hasta la sangre.
Veamos, digan lo que digan, el país va mal, en caída picada. Los ciudadanos tenemos que apretarnos el cinturón, cada vez más, como consecuencia de sus ideas luminosas. En otras palabras, nos estrujan.
¿Quiénes son los exprimidores? Todos los sabemos, muchos políticos, fieles seguidores del dicho “lo ancho para mí, lo estrecho para ti”
Mientras que para el común de los ciudadanos todo son restricciones, impuestos, condiciones, limitaciones, decirnos como debemos vivir, lo que podemos y debemos hacer y lo que no; tratarnos como a niños de escuela, poco menos que como a descerebrados que no podemos pensar por nuestra cuenta, un reducido número de personas se han autoerigido en nuestros salvadores, no sabemos de qué, pues lo único que nos han traído es pobreza, engaños y desconfianza hacia todo lo que dicen.
De todos esos personajes, ¿saben cuál pasará a la historia por ser el mayor exprimidor de los españoles? Se admiten apuestas.
