Hemos asistido a un intento de investidura que se pronosticaba fallido, como así fue. Como de todo se puede aprender, nos ha servido para conocer mejor a nuestros líderes políticos, y tristemente tenemos que decir, que la mayoría dan autentica pena.

El candidato aspirante leyó su discurso, cosa con la que no estamos de acuerdo, con serenidad y templanza. No estamos de acuerdo, aunque esté permitido, porque a un parlamento se va a parlamentar, es decir, a hablar, no a leer. Esto trae como consecuencia que en muchas ocasiones el diputado de turno lee lo que le han preparado sus ayudantes, sospechamos que a veces sin mucho conocimiento del tema por parte del lector. Como su oponente hace lo mismo, al limitarse a leer lo que le dan, resulta que uno habla de una cosa, y el otro le contesta con algo que, en muchas ocasiones, poco o nada tiene que ver con lo dicho por el primero. Es decir, todo se reduce a un “diálogo de sordos”.

Nos es de extrañar, en consecuencia, que cada vez menos ciudadanos escuchen los discursos de los políticos. En definitiva, que no aguanten rollos.  Se supone que estos últimos tienen la mínima formación suficiente para no actuar como lo hacen habitualmente.

Centrándonos en el tema de la investidura, nos pareció ofensiva la actuación de “cum fraude”. Ofensiva tanto para el resto de diputados, como para la Cámara en sí y, es lo más grave, como para nosotros los ciudadanos.

Resulta que, en vez de contestar, aunque sea leyendo, a su oponente, le encarga la tarea a un subordinado.  Además, mientras hablaba el aspirante se pasó la mayor parte del tiempo riendo o haciendo muecas. ¿No les parece una muestra de altanería y desprecio?

Ciertamente estamos bastante acostumbrados a su manera de actuar. Su egolatría no tiene límites. Lo único que le falta es que exija que le pongan una alfombra roja para pasar por cualquier sitio.

No obstante, esta vez ha dado muestras de otra cosa, de una cobardía total, lo que ya sospechábamos.  Efectivamente, mucho desafiar hace tiempo a su oponente con celebrar seis debates, pero a la hora de la verdad, cuando era más importante, en vez de dar la cara, se esconde detrás de un lacayo que según parece tenía entrenado desde hace tiempo, y que sabe con seguridad que hará todo lo que él le ha dictado.

 De lo que no tenemos dudas es que una persona como la descrita no nos puede gobernar, porque lo que está haciendo no es eso, sino utilizar todo lo que pueda utilizar para mantenerse en su situación privilegiada. Ejemplo de ética.

 Que no nos vengan con cuentos de que está dando pasos con normalidad y transparencia, que todos podremos conocer todo lo que negocia y con quien. Con suerte nos enteraremos cuando ya tenga todo apalabrado, pero no por él, sino por aquellos con quienes ha llegado a acuerdos.

Ya sabemos que teóricamente no miente, solo cambia de opinión. ¿Qué dirían ustedes de una persona que actuase como él? Todos sabemos la respuesta, y como en principio todos somos iguales ante la ley, eso dicen, podemos aplicárselo a él. Es lo justo y equitativo.

El grave problema es que vamos a tener un gobierno dirigido por un traidor separatista, que solo desea deshacer nuestro país, para lo que le ayudan unos compadres que todavía nos tienen que aclarar trescientos cincuenta asesinatos, de los que seguro saben mucho.

Conciudadanos, esto es un desastre, cuanto más tiempo lo aguantemos peor nos irá, no esperemos a que no nos quede más que “el llanto y crujir de dientes”

Spread the love