Creemos sinceramente que la frase que encabeza estas reflexiones, es una de las pocas verdades absolutas que existen. En consecuencia es indiscutible, pero lo más interesante es que se puede aplicar a todas las facetas de la vida.
Ciñéndonos al campo político de nuestra nación, es indudable que nuestros políticos, salvo honrosas excepciones, o bien no la conocen o en su vanidad, son incapaces de aplicársela a sí mismo.
Donde no hay cerebro, ética, honestidad, talento, valentía, etc., no hay, por muchos cuentos que no cuenten, que ya a estas alturas nadie no los creemos, aunque haya chupópteros que por puro interés personal no quieran darse cuenta.
Tenemos, por ejemplo, que la que fue vicepresidenta de eso que llaman gobierno, ha propuesto en el Congreso reformar el artículo 14 de nuestra Constitución bajo el razonamiento de que “sería más armonioso que la Constitución dijera lo que dice la calle, que hombres y mujeres tenemos que ser iguales en derechos y libertades”.
En el ejemplar de nuestra Carta Magna repartido entre los ciudadanos al poco de aprobarse, en el Título I, De los derechos y deberes fundamentales, Capítulo Segundo, Derechos y libertades, artículo 14 se lee textualmente: “Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación algina por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social” Esto concuerda con el contenido del artículo 2.1de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: “Toda persona tiene los derechos humanos proclamados en esta Declaración, sin ninguna distinción de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política …” A la vista de lo expuesto, ¿alguien encuentra sentido a la propuesta? Donde no hay, no hay.
Nos machacan todos los días con el tema de las contaminaciones. Se nos ocurre imitar a “cum fraude, que es un ejemplo, y aunque un viaje en tren nos lleve una hora y quince minutos, hacerlo en helicóptero, naturalmente a consta del presupuesto. ¿Decencia, ética? Donde no hay, no hay.
Un tema candente en la actualidad es el de abusos a menores. Nos parece un asunto deleznable, pero aún lo es más la utilización que se está haciendo del mismo. Cuando conviene se rasgan las vestiduras, cuando les afecta parece que están en Babia. Últimamente asistimos a una campaña anticlerical de la izquierda contra la Iglesia, por los abusos sexuales cometidos en el seno de la misma. Si han ocurrido nos parece muy justo que se persigan y se exijan responsabilidades, caiga quien caiga. Sin embargo nos choca con el hecho de que cuando los citados se han cometido en centros dependientes de una Comunidad, todo parece diluirse, a pesar de que el tema haya llegado a la Comunidad Europea. Los muy altos y altas responsables políticos de dichos centros no dan ninguna explicación, se limitan a calificar de campaña política las informaciones sobre los hechos, y se acabó. A nadie cesan y por descontado nadie dimite, Cuando nos conviene muy bravos, cuando no, muy pusilánimes. Otro ejemplo más, si no hay decencia, no la hay.
A nuestro entender los que pretendan ser dirigentes de un grupo, deben dar ejemplo a sus miembros en todo, para lo que es imprescindible que reúnan una serie de virtudes. Lo dicho se tiene que aplicar también a los políticos, porque por mucho que lo dijese Maquiavelo, no es cierto que “el fin justifique los medios”, máxime cuando la actuación de los citados repercute en sus gobernados.
Por desgracia para nuestro país, la mayor parte de la clase política hace cierto el dicho de que “el sentido común es el menos común de los sentidos”, lo que refuerza nuestra afirmación de que donde no hay no hay.
La consecuencia es clara, estamos en manos de personas que carecen de lo más elemental que se les puede pedir como tales.
