A eso nos suena lo que cada vez con más insistencia nos dicen, mucho de nuestros políticos. Desde luego es una expresión menos brusca, más suave, que “prometer y no dar a los tontos hace alegrar”, aunque en el fondo significan lo mismo.
Conforme nos acercamos a lo que para unos va a ser el fatídico día veintitrés, nos riegan los oídos con todo lo que se les ocurre que nos puede agradar.
Lo de menos es que sean verdades o mentiras, el caso es que nos lo creamos y confiemos, luego “ya vendrá el tío Paco con las rebajas”.
Naturalmente en esta tesitura debemos ser muy cuidadosos, si metemos la pata, no habrá remedio. Habrá que aguantar otros cuatro años más con lo que nos caiga, y creemos que ya hemos aguantado bastante.
Si es necesario copiemos del héroe griego. No podemos atarnos al mástil de una embarcación, pero si podemos taponarnos los oídos para no escuchar esperpentos de aquellos que, sin duda, nos llevarán al desastre.
Las leyendas dicen que las sirenas cantan muy bonito, pero tengamos en cuenta que si las seguimos caeremos en las fauces de las orcas. Su canto es “un discurso elaborado con palabras agradables y convincentes, pero que esconden alguna seducción o engaño”.
Palabras y gestos bonitos sobran, pues la realidad es bien distinta.
Parece ser que nuestro desgobierno ha indicado a los cargos europeos que nos visiten, con motivo de nuestra presidencia de la UE, que se desplacen en medios sostenibles y de bajas emisiones, recomendando que lo hagan en trenes de alta velocidad para viajes inferiores a dos horas y media. Sin embargo “cum fraude” utiliza un Súper Puma para viajes de duración muy inferior. ¿Alguien puede explicarnos la incongruencia? Está claro que “del dicho al hecho va un trecho”, pero hay que reconocer que el canto es ejemplar.
A los actos celebrados en la capital por el comienzo de nuestra presidencia del citado organismo, no han acudido diez de las veintisiete personas que deberían haberlo hecho, entre ellas varias importantes. ¿Cómo interpretarlo? Teníamos entendido que éramos un ejemplo para Europa. Quizás la lengua se les fue más de la cuenta.
En sus cantos de sirena han dado un “do de pecho” consistente en que una candidata a la presidencia ofrece regalar veinte mil euros a los jóvenes que cumplan veintitrés años, para que puedan “emprender o formarse” ¡Qué bien suena! Una decisión muy loable con vistas a los posibles beneficiados y al futuro del país. No obstante, se nos plantea una cuestión, ¿cómo controlar que el dinero vaya realmente al fin propuesto? No olvidemos lo que al parecer pasó en muchos casos con el “bono cultural”.
Algunos y algunas han ido más allá con sus cánticos y abogan por una república. Conste que particularmente nos da igual, con tal de que haya justicia igual para todos y todos seamos iguales ante ella, el país progrese adecuadamente en todos los ámbitos y se reduzcan las desigualdades, nos da igual monarquía que república, que manden los de blanco, los de negro, los de cuadros, los de rayas o los de lunares. Más claros y neutrales no podemos ser. Sin embrago los que abogan por un cambio en la forma del estado nos lo presentan como la panacea universal, que solucionará todos nuestros problemas, lo cual es falso. La libertad de una persona termina donde empieza la de los demás, no caigamos en la libertad por la libertad. Eso hizo que la Revolución Francesa se transformase en la Carnicería Francesa, y que la Revolución Rusa acabase en el régimen más autoritario y criminal que ha existido en el mundo.
Seamos sensatos, los cantos de sirena son solo eso, cantos de sirena.
