Suponemos que todos los lectores lo saben, después de la calma viene la tempestad. Como nos gusta reflexionar, hemos estado pensando en este dicho, y creemos que es muy cierto. Es más, creemos que va a ocurrir en nuestro querido país, en muy poco tiempo.
Ahora estamos disfrutando del verano, mejor dicho, están disfrutando del mismo los que pueden, que cada vez son menos compatriotas. A nuestros no ejemplares jefes tenemos que dejarlos aparte, no podemos incluirlos, pues ellos ya disfrutan todo el año. Viajes a múltiples sitios, estancias en otros, asistencia a actos, etc. Eso sí, por razones de trabajo, no lo dudemos.
Como consecuencia de que están muy ocupados disfrutando de sus magníficas vacaciones, pagadas en muchos casos por los sufridos ciudadanos, no hablemos de “cum fraude”, llevamos varios días bastante tranquilos, no nos marean ni con sus declaraciones esperpénticas ni con sus peleas.
Desde luego siempre hay alguna excepción, algún personaje importante de la administración, muy alto cargo, que se quiere hacer el gracioso, y habla creyendo decir un chiste cuando en realidad lo que dice es una solemne estupidez. Allá él, así lo único que hace es demostrarnos el poco cerebro que tiene.
No obstante, creemos que esta tranquilidad de la que ahora gozamos va a durar poco, aunque quizás sea lo mejor.
Vamos al otoño, y hay múltiples cosas por resolver. Las han ido dejando, sin tener en cuenta que no se arreglan solas. Un problema es un problema mientras no se resuelva. Una incógnita es una incógnita, mientras no se aclare.
Dejar todo eso a un lado, como si no existiesen no conduce a nada. Mejor dicho, sí conduce, a que con el paso del tiempo cada vez sea más difícil la solución.
Basándonos en lo expuesto, nos tememos que con el otoño llegue la tempestad.
No nos engañemos, ¿Cuántos temas hay pendientes sin resolver en nuestro país? Ya hemos perdido la cuenta ¿Qué pasará?
La respuesta es muy simple, que saltarán líos por todos los lados, por todas las esquinas, y lo peor es que quienes tendremos que aguantar todo somos los ciudadanos de a pie.
Estamos convencidos de que están llegando al límite y esto no puede aguantar más, por mucho que digan y por mucha tranquilidad que aparenten, la realidad es la realidad, y saltará. Lo malo es que como de costumbre el peor trago lo pagaremos los españolitos.
Al acabar las vacaciones todos nuestros jefes volverán a sus puestos y entonces empezarán los líos. Nadie se considerará responsable de todo lo pendiente, ya sea de lo que ya lo estaba, como de los problemas que han surgido estos días. En otras porque son demasiadas cosas, en otras palabras, practicarán el “balones fuera”, como es habitual en ellos.
El problema se les presentará porque son múltiples asuntos los que tienen que tapar, y todo tiene un límite, incluida la paciencia de los ciudadanos
Lo más probable es que empiecen a echarse la culpa de unos a otros. Cada uno defenderá a su partido. Yo soy el bueno y vosotros sois los malos. Es una postura infantil, pero les da igual, el caso es quitarse el muerto de encima
Por todo ello es por lo que decimos que vendrá la tempestad, y que será imparable. Lamentablemente el pato lo pagaremos nosotros, ya estamos acostumbrados. Sin embargo, no perdemos la esperanza de que las cosas cambien, de que hartos de tantos cuentos, tantas mentiras, tanta ineptitud, de que hagan solo lo que les conviene cuando les conviene, por fin los ciudadanos saltemos y pongamos las cosas en su sitio, empezando por los que nos gobiernan.
