Para no perder la costumbre, estos días nos hemos enterado de cosas, cuando menos curiosas. Por ejemplo, según algunos en nuestro país existe una “primera dama”, nosotros creíamos que solo existía una mujer que tenía el título de reina, pero al parecer según algunos hay otra que tiene el tratamiento dicho. En medio de todo no es de extrañar, dado que su marido se auto considera el mejor y un ejemplo a seguir, atribuyéndose méritos que no puede demostrar tener, lo que nos autoriza a decir que no tiene.
Si a lo anterior añadimos que muchos se esfuerzan en copiar del citado o de lo que hacen sus colaboradores más próximos, podemos afirmar que estamos en un país de copiones.
Se atribuye el tener cierto grado académico, lo que, si bien es cierto, parece ser que lo consiguió de forma un tanto irregular. Da igual, el caso es poder presumir y figurar.
Descubierto que unos cuantos robaron al Estado, la lista se ha disparado. Parece ser que se ha convertido en el deporte de muchos políticos que compiten, poniéndose zancadillas, en quien es el campeón. No tienen en cuenta que, si bien “el mayor ladrón de España para no morir ahorcado se vistió de colorado”, ahora ya no tienen esa salida. No obstante, siguen a lo suyo, y si los cazan se declaran extrañados, inocentes y les falta el tiempo para ver a quien le echan la culpa. El caso es embarullar todo lo más posible, para sí salvar la cabeza.
Desde luego, lo que no pueden negar es que se han convertido en unos copiones, unos de otros.
Ahí no queda la cosa Se ha descubierto también que los títulos y grados académicos de los que muchos pavonean son mentira, no los tienen. Un título académico tan solo lo puede dar un centro de enseñanza reconocido como tal por el Estado y autorizado por el mismo a otorgarlo. Eso es bien sabido por todos y más por personas que ocupan cierta posición.
Quienes ignoren lo anterior están mintiendo. Sabemos que hay actualmente academias privadas, llamémosles enjuagues de amiguetes, que montan un centro que dicen de enseñanza y que dan certificados, no títulos, pues no están capacitados, de haber asistido durante cierto tiempo a las clases que allí imparten.
Generalmente esos centros suelen tener un nombre pomposo, y aún lo es más el de los certificados que dan, pero se quedan en eso, en unos simples papeles con los que presumen unos descerebrados.
Conocimos a una persona, hace ya años, que en el tiempo que se dedicó a la upolítica ponía en su currículum que había realizado estudios de Derecho. Cierto, pero no aclaraba a que los mismos se redujeron a matricularse dos años en primero de la carrera, en la UNED y aprobar tan solo una asignatura.
Por lo que se ha hecho público últimamente, hay muchos políticos que siguen el comportamiento descrito, el caso es intentar apabullar a la gente, deslumbrarla con su falsa preparación, para así atraerse votos. Una vez en el puesto si hay que mentir se miente, o se desfigura la verdad y asunto concluido
Esta es la España a la que con gran esfuerzo hemos llegado, plagada de copiones y mentirosos Esperemos que cuando estos que mandan actualmente caigan, que caerán, nadie se apiade de ellos, no se lo merecen. No solo se han aprovechado de su puesto, sino que se han reído de nosotros todo lo que les ha dado la gana. Mentiras y más mentiras es lo que nos queda de ellos. Esperemos que nadie recuerde ni sus nombres.
La conclusión a la que llegamos es que una vez más, los dichos populares tienen razón, como aquel que dice “dime de lo que presumes y te diré de lo que careces”
