Es lo que tenemos la mayoría de los españoles y nos mantiene en nuestras pretensiones. Creemos, al menos eso esperamos, que todo acabará arreglándose y que nuestro país será el que debe ser.

Desde luego nosotros ponemos buena voluntad, aguantamos con todo y no nos quejamos mucho por ello; dado que en caso de conseguir nuestros propósitos seremos los beneficiados, justo es que cada uno, en la medida de sus posibilidades, colabore en su consecución.

Si analizamos las noticias que aparecen en los medios de comunicación, prácticamente a estas alturas ya no nos extraña ninguna. Dado el camino por el que nos llevan todo puede ocurrir, y de echo ocurre.

Ciertamente la actuación de nuestros políticos se parece más a la de gallos de pelea que están en un gallinero, que a la de personas que teóricamente tienen por objetivo procurar lo mejor para la ciudadanía.

Pelearse entre ellos, defendiendo sus intereses partidistas y particulares saben hacerlo muy bien, pero en cuanto salen de ahí, solo se encuentran con problemas poco menos que insolubles y nosotros con falsas promesas.

Llevamos ya mucho tiempo así, y la verdad es que no sabemos cuánto más tendremos que aguantar.

Suerte que tienen los jefes es que somos un pueblo pacífico, pero nos permitimos aconsejarles que se anden con ojo, que todo puede ocurrir. No es una amenaza, ni mucho menos, simplemente una advertencia.

Solamente queremos que la ley sea igual para todos y que todos seamos iguales ante ella; que el país progrese adecuadamente, y que se reduzcan paulatinamente las desigualdades. Con tal de que eso ocurra, nos da igual que manden los de blanco, los de negro, los de rayas, los de cuadros, los de lunares, etc. Creemos que no es mucho pedir.

Por eso mismo lo pedimos, porque no es mucho y es justo.

Para lograrlo nuestros jefazos deberán cambiar totalmente de conducta, No estar al acecho para escalar puestos, o pillar una subvención; deben tener en cuenta que los actos oficiales son actos de trabajo, no actos para lucirse (atención “cum fraude”); no crearse obligaciones que les permitan pasarse una semana en un sitio de vacaciones, etc. En otras palabras, dar ejemplo en todo. Si no lo hacen les pedimos que, por un mínimo de decencia y dignidad, no nos pidan sacrificios a los ciudadanos, inventándose una serie de, con frecuencia, falsas razones.

Nosotros queremos poder ver con ilusión el futuro, aunque este depende en gran parte, por lo ahora, de los que mandan. Llevamos mucho tiempo diciéndolo, por lo que, si pasan cosas que no les gustan, no se quejen, ustedes se lo han buscado.

Seamos serios. No es admisible que, por ejemplo, una señora que no es licenciada universitaria, esté al frente de una cátedra en la universidad. Tampoco entendemos como un portero de un puticlub puede pasar a ser asesor de un ministro; ¿está poniendo en práctica lo que aprendió en su antiguo oficio?, este sí pasa, ese no pasa, y lo aplica a las personas que quieren tener acceso a su nuevo jefe, el cual en lógico agradecimiento lo colmará de privilegios.

También nos extraña de los chalets que de pronto les aparecen a ciertos personajes de la política, no solo en el país, si no también sino también en el extranjero, lo que nos lleva a pensar que son refugios que se tienen preparados por si las cosas se les tuercen demasiado.

Hay un refrán, que dio lugar a ser el título de una película, nos referimos a “de ilusión también se vive “. Les adelantamos a nuestros políticos que no se fíen y tengan cuidado, estamos hartos de vivir de ilusiones.

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