Así es conciudadanos. Decimos era porque ya no es lo que fue, ni lo que merecía seguir siendo. Todo ello se lo debemos a unos personajes, los llamamos así porque somos respetuosos y educados, que no dudamos, disfrutan con lo que hacen.

Éramos una nación con un pasado envidiable, dentro de los errores que cometimos, no vamos a negarlo, y con un futuro prometedor. ¿Qué queda de todo eso? Nada, así como se lo decimos.

Los que tenemos cierta edad, y también los no muy jóvenes, echamos de menos a una nación en la que regía el sentido común, donde el esfuerzo se veía recompensado, que era considerada internacionalmente como un ejemplo en muchos aspectos. Era un orgullo pertenecer a ella.

¿Qué tenemos ahora? Nada, incluso nos aventuramos a decir que solo existe nominalmente.

Efectivamente lo que antes era una nación ahora se ha convertido, y cada vez avanzamos más por este camino, en un conjunto de personas que viven como pueden, para ser más claros malviven en un territorio, aguantando todo lo que les cae encima, que no es poco. Sobre el papel tienen muchos derechos, pero en la práctica su opinión no se tiene en cuenta para nada.

Pongamos un ejemplo. Supongamos que la tan traída, llevada, modificada, complementada, retocada, etc. ley de amnistía se pusiese a votación entre los ciudadanos. Apostamos a que sería rechazada por una gran mayoría de los mismos. Sin embargo, salvo un milagro, vamos a tener que tragarla, pues saldrá adelante.

¿A quién beneficia? A dos personas, a una para poder figurar, a otra para poder mandar. “Cum fraude” podrá seguir figurando como presidente del gobierno, que es lo único que le interesa y verdaderamente le importa, pasearse por el mundo haciéndose fotos con mandatarios a los que no les llega ni a la suela de los zapatos. Por otro lado, la cobarde rata que huyó en un maletero será, mejor dicho, ya es, quien manda en lo que antes era España. La prueba es evidente, la demencial ley de amnistía se ha retorcido hasta que ha quedado a su gusto, dejando abiertas varias vías escapatorias.

Teniendo en cuenta que “persona precavida vale por dos”, la ley permite amnistiar delitos de torturas, tratos inhumanos o degradantes, siempre que no superen un umbral mínimo de gravedad. En otras palabras, haz lo que quieras, que ya discutiremos ese umbral mínimo.

Igualmente, si estas en la administración, también puedes defraudar, en otras palabras, robar, siempre y cuando no te quedes tú con el dinero. Los perjudicados, es decir, los ciudadanos que se aguanten, para algo son tales.

Parece ser que quieren que los establecimientos de hostelería cierren a la una de la madrugada, lo que en un país eminentemente turístico como el nuestro, supondrá una importante pérdida de ingresos para los mismos. Da igual. Ante todo, es el descanso y bienestar de los ciudadanos, aunque ello traiga como lógica consecuencia una disminución de sus ingresos. Que salgan menos de casa y se compren menos cosas, pues la austeridad es una virtud. Si se quejan por ello están demostrando que no merecen ninguno de los esfuerzos que hace nuestro gobierno, mejor dicho, los que mandan, para que vivamos tranquilos y felices, dejándoles a ellos decidir lo que es bueno y malo para nosotros.

España, ¡quién te ha visto y quién te ve! Precisando, ahora no te ve nadie, porque no existes. Te han reducido a la nada.

Españoles, los muchos que todavía nos consideramos pertenecientes a esa gran nación que a pesar de los esfuerzos en contra de unos “salvadores” todavía da muestras de existir, no podemos consentirlo.

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