Esa cuestión nos la planteamos muchos españoles, ante los múltiples hechos que están acaeciendo en nuestro país, y que nos afectan o afectarán, directa o indirectamente, bastante más de lo que a primera vista pudiera parece.

Esa es la razón del título de estas reflexiones. Es más, para colmar el vaso, en estos momentos estamos en una situación de tensión mundial en dos frentes, que no podemos ignorar

La primera pregunta que nos hacemos es muy simple, ¿somos o no somos españoles? Siempre afirmamos que sí, que lo éramos, pero dada la trayectoria del desgobierno empezamos a dudarlo. Quizás seamos gallegos, vascos, catalanes, etc., pero españoles no, porque por este camino España dejará de existir como tal. Están haciendo todo lo posible por hacer desaparecer nuestra nación. Esto nos recuerda las palabras, dichas hace ya años, por cierta persona al que tenemos que reconocerle que muy sabiamente se adelantó a los acontecimientos, que afirmaba que España ha pasado de ser una, grande y libre, a “varias, pequeñitas y cabreadas”. Esto es a lo que nos lleva la actuación de “cum fraude” en defensa de sus intereses particulares. Una cosa es que haya zonas de la nación con características particulares, y otra es actuar de manera que provoque el enfrentamiento, que es lo que se está haciendo.

En segundo lugar, nos surge otra duda, ¿somos o no somos una nación democrática? Teóricamente sí lo somos, nos machacan afirmándolo todos los días. pero no olvidemos que “del dicho al hecho va un trecho”. La separación de poderes, base de la democracia, en nuestro país no existe. El ejecutivo, más o menos descaradamente, controla a los otros dos poderes. Tenemos un buen ejemplo en lo que está pasando en el Congreso; mientras que su presidenta se apresuró a fijar fecha para el debate de investidura al candidato popular, ahora está dilatando sin justificación alguna el del socialista; la explicación es sencilla, obedece las órdenes de su jefe, para que a este le dé tiempo a trapichear con declarados enemigos de la unidad española, a fin de lograr sus intereses particulares. ¿Dónde queda la separación de poderes y en consecuencia la democracia?

También nos preguntamos, ¿somos o no somos una nación de prestigio? En un tiempo lo éramos, pero eso se acabó. Ahora, por desgracia y aunque nos duela, nos toman por “el pito del sereno”, internacionalmente somos “un cero a la izquierda”. Todo ello se lo debemos a nuestros actuales dirigentes, que dirigen muy bien, pero para ellos. Prueba de lo dicho es el que nuestro país que más pleitos tiene pendientes en los tribunales internacionales. Esperemos que no nos digan, aunque son capaces de hacerlo, que ello es consecuencia de que en el exterior nos tienen envidia. Para remediarlo, en vez de cambiar de rumbo, el ministro de la presidencia y etc., ha tenido la feliz idea de implantar una “alfabetización mediática” de los ciudadanos para combatir el desprestigio del gobierno.

Nosotros nos preguntamos ¿somos o no somos serios? Creemos sinceramente que sí, por lo que no podemos ni debemos aguantar por más tiempo la situación en que este teórico gobierno nos ha metido. Decimos teórico porque un gobierno debe estar al servicio de los ciudadanos, y en nuestro país ocurre actualmente al revés, somos nosotros los que estamos al servicio de él. Advertimos, la situación actual es muy delicada, hay demasiada gente harta, con toda la razón, de todo lo que está ocurriendo, y como somos un pueblo serio, lo que están haciendo es invitarnos a solucionar la situación por nuestra cuenta, democráticamente por descontado.

Luego no se quejen, quien avisa no es traidor.

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