Es una pena que no haya una competición mundial de escapistas, porque nosotros tenemos el que podría ser el representante ideal, que seguro traería el primer premio para nuestro país.

Es un maestro consumado en dicha especialidad, todo un “as” escurriendo el bulto, como nos ha demostrado en múltiples ocasiones. Lógicamente hablamos de “cum fraude”. Si a lo dicho le añadimos su afición a las poses fotográficas, podemos presumir de que tenemos un compatriota único, sin duda merecedor de cualquier premio.

Como los ciudadanos estaban deseando abandonar las mascarillas, el gobierno títere lo autorizó hace unos días en toda la nación. Curiosamente cuando tocó el caso de imponerlas o mantenerlas, sabiendo que era impopular (aunque fuese necesario), trasladó la decisión a los gobiernos de las comunidades. Un indiscutible ejemplo de escurrir el bulto.

Claro está, que como “cum fraude” ha demostrado tener muy mala memoria, no se habrá percatado de ello, y máxime en estos días que está ocupado en un ejercicio de postureo, de los que a él tanto le gustan.

Nos referimos al viaje que, con el solo objetivo de lucimiento personal, no nos engañemos, ha realizado a Ucrania. Lo primero que nos llamó la atención es que fuera. No sabemos para qué. Hasta sospechamos que es posible que el presidente de dicho país lo recibiera porque llegó al mismo tiempo que la primera ministra de Dinamarca. Claro está, recibir a ésta y no a él iba a ser muy descarado, no podría alegar que estaba  muy ocupado con lo que ocurre en su país. En cualquier caso lo suponemos lo suficientemente inteligente para ser consciente de que lo ha visitado un cero a la izquierda internacional, con el solo objetivo de ser noticia.

También nos extrañó del viaje la apariencia de sencillez que dio en el mismo. En España no mueve el trasero ni cien kilómetros si no va en jet o similar. Para llegar a su destino estuvo viajando siete horas en tren. ¡Todo un milagro!

Como no siempre todo le sale bien, a pesar de sus artimañas, en un afán de protagonismo, de ser noticia, ha aireado el nombre del buque que próximamente llevará armas a Ucrania. ¿A quién se le ocurre? Solo a una mente privilegiada. De entrada ha conseguido la indignación de los españoles y el repudio de nuestras fuerzas armadas.Esperemos que no ocurra, pero si por desgracia, el susodicho barco tiene un accidente un tanto inexplicable, todo puede ocurrir, ¿de quién será la responsabilidad? Seguro que buscará la manera de escurrir el bulto.

Mientras tanto en nuestro país estamos ayudando mucho a los ucranianos, pero con vistas por parte de algunos. En una comunidad han programado veintidós cursos para que aprendan su idioma, y solo ocho para que aprendan español. En otra hay protestas de los independistas porque se les va a enseñar el idioma nacional. Hay que aprovechar la ocasión mientras el gobierno se desentienda de todo lo que le puede acarrear enfrentamientos.

Sentimos si los cansamos con problemas, pero para despejar la mente pueden asistir a la conferencia denominada “Imaginarios de desarrollo post-extractivista y economías heterodoxas en el sur global”, organizada por el Instituto República y Democracia, ligado a los morados. ¿De qué va? Da igual, lo importante es que la subvenciona el ejecutivo y que algunos amiguetes se embolsarán un dinero.

Seguimos echando balones fuera, culpando de nuestra situación a la guerra, aunque el Colegio Oficial de Geólogos afirma que tenemos reserva de gas para setenta años, pero topamos con la Ley de Cambio Climático, de mayo del pasado año, que prohíbe la exploración de hidrocarburos y la minería del uranio.

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