Conforme pasan los días, aumenta el número de ciudadanos que se preguntan,

¿hasta cuándo vamos a estar en manos de esta pandilla de aventureros? Naturalmente se refieren al gobierno por casualidad que, para desgracia de la mayoría, rige los destinos de nuestro país, como si fuese el corral de su casa.

Si hace treinta meses nos hubiesen aventurado lo que iba a ser España en la actualidad, diríamos que nos querían tomar el pelo, pero la realidad se impone. Es cierto que estamos sufriendo una pandemia, pero también lo es que tenemos la impresión de que, por mucho que digan, a nuestros gobernantes les importamos un pito. Primero lo que le conviene a ellos como partido y tonto el último.

El jueves pasado apareció en el BOE la orden de creación de una comisión contra la desinformación. El no gobierno la justifica en base a que los ciudadanos tenemos derecho a una información veraz, lo que agradecemos, pero dado la estructura de la citada y sabiendo quienes van a estar al frente nos preguntamos, cuando la verdad deje al desgobierno a los pies de los caballos, ¿también vamos a conocerla? Por otra parte, ¿quiénes son esas personas para dictaminar lo que es cierto o falso? Hasta ahora creíamos que esa era función de los tribunales. Esas comisiones o ministerios de la verdad, son propias de regímenes fascistas o comunistas. ¿En cuál encajamos el nuestro?

Hace unos días mientras el simulacro de gobierno daba un número de víctimas por el coronavirus, el instituto Carlos III (organismo autónomo administrativo) daba otra muy distinta. Lógicamente uno de los dos daba una noticia falsa.

Una señora, esposa de un político muy importante, acaba de acceder a la dirección de una cátedra en la Universidad Complutense. La noticia no tendría mayor importancia si no concurriesen una serie de circunstancias cuando menos curiosas. A los dos meses de acceder su marido al puesto, una entidad privada, la IE University, la contrató para dirigir su área relacionada con África. En la universidad anteriormente citada ha sido codirectora de varias cátedras. Dado que no tiene un título oficial de licenciada, ¿cómo puede acceder a la dirección de una cátedra? Ver para creer.

Teniendo en cuenta que tiene una familia, y obligaciones sociales por ser la señora de quien es, no nos explicamos de dónde saca el tiempo para tanta cosa, Por otra parte, dado que indudablemente no tiene problemas económicos, creemos más ético (de lo que tanto nos hablan), que hubiese dejado todas esas actividades a algunos de los verdaderos licenciados e incluso doctores que están en el paro.

Parece que se está tramitando la inmersión lingüística obligatoria en catalán, en las escuelas de dicha comunidad. Los padres a los que no les guste son los tienen que asegurar que a sus hijos les enseñan en castellano, según un eurodiputado socialista. ¡Bravo! Explíqueles como pueden lograrlo.

Hay informaciones de que el Ministerio de Igualdad quiere tramitar una ley según la cuál una persona, incluso menor de edad y sin autorización paterna, que no esté conforme con el sexo que tiene oficialmente, pueda ir a la administración competente y pedir que se lo cambien a todos los efectos, sin presentar ningún informe médico o psicológico. De entrada nos parece un despropósito descomunal, pero además nos plantea una seria cuestión. Supongamos que una persona se cambia hoy de sexo, y al cabo de un tiempo quiere volverlo a cambiar y recuperar el anterior, ¿podrá hacerlo tan fácilmente como la primera vez? Con ánimo de ayudar proponemos que oficialmente se cree un tercer sexo, llamado “comodín” (como la carta de la baraja), que les valdría para todos los días.

Mientras ocurre todo esto y mucho más, al sufrido españolito le toca aguantar, y dar gracias por lo mucho que se preocupan sus dirigentes por él. ¿Hasta cuándo?

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