No hablaremos de los nuevos ricos que lo son por haber ganado el gordo de Navidad, o alguno de los importantes botes de las loterías que ha habido recientemente. Nos alegramos sinceramente por ellos, y solo les deseamos, para su bien, que su nueva situación nos le lleve a perder la cabeza y se comporten como aquellos a los que coloquial y despectivamente (todo hay que decirlo), se los conoce como tal.

Si recomendamos a esos afortunados que no olviden que siguen siendo los mismos, solo que con más dinero, y que este último puede darles muchas cosas materiales, pero no les dará ni sentido común, ni decencia, ni ética, ni dignidad, ni sabiduría, etc. El que sea un patán, un acomplejado o un descerebrado, lo seguirá siendo.

Hacemos estas reflexiones porque con mucha frecuencia, los nuevos ricos se delatan a sí mismos. Actúan, conscientemente con prepotencia, como si fuesen las personas más importantes del mundo, de las que todas tienen que estar pendientes. No se cansan de repetir quienes son, para que nadie tenga dudas. Que se divulguen fotos y videos suyos, cuantos más mejor, incluso haciendo las cosas más normales de la vida, que hace cualquier persona, les encanta. Se convierten rápidamente en unos ególatras, en querer ser el centro de todo, sin importarles para conseguirlo lo que tengan que hacer. Les da igual mentir, desdecirse, incumplir promesas, etc., todo vale. Hasta ponen en práctica, sin reparo alguno, aquello de “los enemigos de mis enemigos son mis amigos”.

Hay en nuestro país un grupo de nuevos ricos, beneficiarios de una lotería (nunca más cierto), que les tocó a mitad del pasado año, que desde aquella no han dejado de actuar como tales. Es decir, han asumido todas las pautas de comportamiento censurables de los mismos. Además, a mayores, deben suponer que la gente que los ve y los oye es tonta, que no se da cuenta de las cosas.

Nos estamos refiriendo ahora al flamante gobierno que rige (esperemos que por poco tiempo) nuestros destinos, después de regir primeramente los suyos, ¡claro está!, porque todo tiene un orden.

Como “para muestra un botón”, nos centraremos en su jefe.

De entrada, parece ser que cambió, sin reparar en gastos, el mobiliario del palacio que ocupa; el que había no iría con su estilo. El jardín debe estar bien cuidado, lógico, pues a sacar el polvo a las hojas de las plantas y mantener la hierba con cinco centímetros exactos de altura.

Las poses de las fotos y los videos en la tele, parecen los de un aspirante a estrella de Hollywood. Quizás esté entrenando para cuando se le acabe el chollo.

Mirando al futuro ya ha conseguido una buena pensión vitalicia, pagada por todos los españoles, que sospechamos supera en mucho a lo que podría ingresar, si una vez dejado el puesto, tuviese que ganarse la vida trabajando. Si a eso añadimos el inesperado y bien remunerado empleo que ha encontrado su señora, jugada perfecta.

¿Qué podemos decir de sus viajes? Los hace como los multimillonarios, aunque sea para asuntos privados. Para irse de vacaciones en una línea regular de bajo coste, pagándoselo de su bolsillo ya están los presidentes de Irlanda y Eslovenia. Los viajes vacacionales de toda la familia, incluida la perra (que en cualquier línea aérea se puede llevar en ciertas condiciones, pero pagando), a costa del pueblo. Bien es cierto que aunque sea en aviones oficiales, debe coger ofertas, pues el coste confesado recientemente de uno de ellos, ni en las rebajas.

De declaraciones, contradicciones, actuaciones, etc. de otros altos cargos sería pesado hablar, pues darían para escribir un libro de varios tomos.

Resumiendo, nuestro gobierno, nuevo rico, demuestra constantemente todo lo censurable que se achaca a esa clase.

Los comportamientos expuestos actualizan un viejo dicho popular gallego “quien nunca nada tuvo y un cerdo le regalan, se pasa la vida diciendo ¡cocho!, cocho!, ¡cocho!”

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