Las pasadas elecciones andaluzas nos han puesto en evidencia que vamos por mal camino. La democracia implica un comportamiento basado en la ética e igualdad, no es solo una palabra para llenar la boca con ella en los discursos.

Días antes de la votación el CIS publicó los resultados que arrojaban su estudio sobre los escaños de cada formación. Exagerando un poco y en tono humorístico, diríamos que todo parecido con la realidad fue pura coincidencia. ¿Qué pasó? Puede que el gobierno ordenase, al director del mimso, la publicación en los términos que apareció para atraerse votos; si fue así, significó una utilización partidista e indecente de un ente público, que debe ser neutral y un acatamiento cobarde de órdenes ilegales por su director. Quizás los resultados aparecidos fueron realmente a los que llegaron; en tal caso deberían haber cesado fulminantemente al director del CIS por incompetencia, sin esperar a que el citado, por vergüenza propia dimitiese, cosa que no ha hecho ni hará, salvo un milagro.

En los días siguientes se suceden manifestaciones espontáneas de “demócratas” coreando consignas ejemplares tales como “sin piernas, sin brazos, los fachas a pedazos”, o “nazi que canta cuchillo a la garganta”. Los energúmenos y las energúmenas (respetemos la ideología de género como les gusta) que las protagonizaron, suponemos que lo harían en nombre de la libertad, mejor dicho de la libertad que ellos quieren, es decir de “su” libertad.

Los citados hechos apenas tuvieron repercusión en los medios de comunicación, y los partidos de extrema izquierda y separatistas, etc., no se enteraron de ellas, pues no las condenaron, como harían los verdaderos demócratas que pregonan ser.

Se imaginan que si unos grupos de otro color político salieran a la calle gritando, por ejemplo, “rojillos, os cortaremos los huevillos”, o “rojillas, abrasaremos vuestras almejillas”. El escándalo que se hubiese producido a nivel nacional, con toda razón, sería de los que hacen época. Apostamos por que sin lugar a dudas, y encabezados por los de la formación morada, todos aquellos que claman por “su” libertad, pedirían que los autores fuesen guillotinados en la plaza pública, método justiciero del que ya hicieron propaganda cuando empezaron a ser conocidos.

La pregunta es muy sencilla, si pregonan tanto la democracia, (da la impresión de que son dueños de la patente de la misma), ¿por qué no protestaron cuando atacaron salvajemente a los que consideran sus contrarios? Para más inri, estos últimos siempre han proclamado, al menos hasta ahora, su respeto por la Constitución, mientras que ellos son compañeros de viaje de terroristas y separatista que dieron un golpe de Estado.

Otro hecho curioso, como apuntamos anteriormente, es que fueron muy escasos los medios de comunicación que se hicieron eco de las algaradas. Esto choca con las repetidas manifestaciones de un político, que poco más o menos repite insistentemente que los citados, si son privados, son contrarios a la libertad de información. ¿Alguien lo entiende? En su gran mayoría, siendo privados, silencian las tropelías que cometen sus, (con toda probabilidad) seguidores, y todavía se queja. Debemos entender entonces que si él estuviese en el poder, y los medios de comunicación fuesen todos públicos, hubieran informado puntual y detalladamente a los ciudadanos del vergonzoso espectáculo que constituyó la manifestación salvaje que comentamos. ¿Alguien se lo cree?

Lo que es cierto, queridos conciudadanos, es que con la aplicación de la ley del embudo vamos muy mal, si una conducta es deleznable, lo es, provenga de donde provenga, aunque sea de los míos. Si no se condena y corrige estamos sentando las bases de un enfrentamiento. Claro que en este país, desde hace unos años hay unos muy malos, y otros sus pobres víctimas que en la vida han roto un plato.

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